Judith Aristegui y Cintia López, mamás de los jóvenes asesinados por la policía, se reunieron en Miramar con su abogado, Gregorio Dalbón. “Estamos muertas en vida y queremos que todos paguen lo que hicieron”, coincidieron.
MIRAMAR (Corresponsal)- El dolor las une en un momento tremendo de sus vidas y por eso Cintia López mamá de Lucas González (17) viajó unos 600 kilómetros desde su lugar de residencia hasta Miramar para acompañar a Cintia Aristegui tras el crimen de su hijo, Luciano Olivera (16), ocurrido el pasado viernes.
Ambas familias están representadas legalmente por el abogado, Gregorio Dalbón quien en una conferencia realizada este martes por la tarde en la casa donde vivía el chico fallecido sobre avenida 9 y 56, prometió “ir contra todos los responsables”. “No la vamos a dejar pasar, estos fueron fusilamientos, los asesinaron a sangre fría”, dijo.
Además, pidió una “reunión urgente” con los ministros de Seguridad, Aníbal Fernández, Sergio Berni y Mauricio D’Alessandro.
Entre lágrimas, Cintia dijo: “Ambas queremos Justicia, sé que estamos muertas en vida como siempre digo los asesinos que paguen. El día que me lo mataron yo me fui con él, no tengo ganas de vivir, no es justo que les saquen la ilusión y los sueños. Todos los días de mi vida lo busco a mi hijo, dejo la ventana abierta a ver si vuelve de entrenar”.
“Sus hermanos y amigos están destrozados, en nuestro caso seguimos reclamando la destitución del juez de menores”, amplió.
Judith tampoco puede con el dolor, la pérdida de su hijo es irreparable y con indignación contó lo que le tocó vivir esa noche en la que lo encontró muerto en el asfalto.
“Eran las 3 de la mañana y llegue al lugar luego de que me avisara mi pareja. Me dijeron que había tenido un accidente, nada más, pero cuando le corrí el buzo vi que tenía una mancha de sangre en el pecho, ahí me di cuenta que era un tiro”, expresó.
“Empecé a pedir explicaciones, nadie me decía nada, mi hijo estuvo hasta el amanecer muerto en la calle y el comisario (Edgardo Vulcano, relevado de sus funciones), me dijo que me calmara, como no pude me esposaron y me tiré arriba del nene. A las 7 recién vino la ambulancia, yo encontré la vaina de la bala”.
“Ahora tengo que ir a llevarle flores, no puedo vivir más, a Luciano le quedaban dos años de colegio, soñaba con jugar al fútbol en la primera. Ni puedo tener a mi hija, quiero presos a todos los que se rieron de mi hijo”, concluyó Judith.